miércoles, 26 de mayo de 2010

Los vagabundos del Dharma, de Jack Kerouac


Lejos de saturar a nuestros queridos lectores, me parece acertado incluir esta crítica que llevo tiempo fraguando a la vera de la de nuestro amigo Vaderetrus. Mis impresiones también son favorables a esta obra y a este autor, por lo que considero la tupla cómo un homenaje a Kerouac.

Los vagabundos del Dharma es un libro sorprendente. Sorprende a todos los buscadores de modelos de vida, de filosofías, de recetas existenciales que nos ayuden a vivir con decencia, y si puede ser con brillantez. Sorprende por su heterodoxia y por su honestidad.

Es la única obra que ha caído en mis manos que muestre el budismo o cualquier otro camino oriental como algo salvaje, con cojones, bello, poderoso, sincero, sin mojigaterias y con mucho corazón.

El protagonista Ray Smith (el propio Kerouac) narra sus experiencias que orbitan entre el aislamiento y la relación fascinante con su amigo Japhy Ryder (el poeta Gary Snyder). Las partes de aislamiento (ya sea vagabundeando por ciudades, haciendo autostop o recluyéndose en la naturaleza) son apasionantes, pero a mi manera de entender son demasiado dolorosas, orgullosas y no muestran más que la cabezoneria de unos jovenes que, aunque de buen corazón, no pueden evitar sentirse mejor que los demás y que se laceran por soberbia.

Otra harina es el mundo maravilloso que crean Smith, Ryder y sus lunáticos zen. Si alguna vez ha existido el paraiso terrenal es éste, sin lugar a dudas. Vivir en cabañas en el monte con lo esencial, trabajar con el cuerpo, rendir culto a la comida, al vino, a la música, a la poesía, a la sensualidad... y a su vez meditar, profundizar en el corpus budista, conocerse cada día más empujando los límites. No he leído mayor y más bello canto a la vida.

Suena tan idílico que suena a secta, y así sería sino fuera porque están todos cómo una puta cabra. Y son conscientes de ello. Y dan bola a sus 'locuras' hasta niveles indecorosos. Su poesía es frenética, absurda, fea, insolente. Sus borracheras violentas, extremas, esquizofrénicas. Sus emociones oscuras son abismales, gigantescas. Es esto lo que humaniza la obra, y la libra de ser otra panfleto sobre el edén.

Como dicen muchos, al leer Los vagabundos del dharma te dan ganas de darle la espalda a nuestro mundo virtual, al confort que nos debilita, a las rutinas que asfixian nuestra libertad y nuestra creatividad. Vamos, que dan ganas de mandarlo todo a tomar por culo. Pero, afortunadamente para templar nuestras bravuconadas, también la obra te muestra que el suyo, es un camino para muy pocos, entre los que no me incluyo.

Un camino para aquellos que jamás se conformarán con la mediocridad.

3 comentarios:

  1. Esta crítica se la dedico a Vagabunda Dharma, que fue la primera que me habló de este libro y es de las personas que conozco que más cerca viva de los ideales de Smith y Ryder.

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  2. Un aplauso para ella! Mira que pensé pegarle un repaso a este después de "On the Road", pero me echó para atrás que dos obras seguidas del mismo autor podía ser un tanto saturante... Habrá que darle un tiento después de los exámenes.

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  3. Ya lo decía Truman Capote sobre "On the Road": "Eso no es escribir, es mecanografiar". De "Los Vagabundos del Dharma" podrían decirse cosas peores. Para mi, ha sido una total decepción. Podrán calificarme de lo que quieran por no alabar al "Rey de la generación Beat" pero me da igual. No cambiará mi opinión sobre éste insufrible libro: un pobre argumento del eterno viajero y sus ególatras y viciosos "amigos" muy bien barnizados de sabiduría oriental en la "búsqueda" de la libertad.
    Presenta un interesante comienzo de lo que pudo haber sido un buen libro. El prometedor inicio y la mentira piadosa de la editorial de asegurarnos estar leyendo "una de las obras capitales de Jack Kerouac" logrará que el lector lea esperanzado todo éste libro.

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