jueves, 4 de marzo de 2010

Que se mueran los feos, de Boris Vian

Que se mueran los feos es una de las novelas que Boris Vian tradujo desde los originales del norteamericano negro Vernon Sullivan. En una época en la que los escritores negros no abundaban precisamante el hallazgo de Vian era una pequeña joya.
Si acaso el tal Vernon Sullivan hubiese existido en realidad, claro. Porque no se trataba más que de un pseudónimo inventado por el propio Vian para poder publicar sin el incordio de la moralina bien pensante que velaba por las buenas costumbres.
Y es que Que se mueran los feos es una novela salvaje. Teniendo en cuenta que fue escrita en 1948, la cantidad de atrocidades que describe, tanto sexuales como de corte absolutamente gore, no tiene nada que envidiar a cualquier foro marginal de internet.

Rocky Bailey es un joven de 19 años jodidamente atractivo al que le sobran las pretendientes, pero no obstante él se ha hecho la extraña promesa de permanecer virgen hasta los 20 años (¿?). Bailey, a su pesar, se convierte en un elemento clave para las investigaciones genéticas del Doctor Schutz (Mad Doctor a la vista, señores, y con apellido germánico como mandan los cánones) cuyo empeño se dirige en convertir a todos los habitantes del planetas en guapos y macizos individuos.

Boris Vian escribió esta novela (además de otras tres también firmadas como Vernon Sullivan a las que ya estoy deseando hincarles el diente) con claras intenciones provocadoras hacia clase elitista del París de posguerra y sus supuestas buenas maneras. Bajo la irreverencia de esta novelita, que es más bien una risotada en tu cara, caben varias etiquetas: algunos coetáneos la tacharon de pornográfica (aunque más bien se muestra una sexualidad softcore y cómica), otros la tildan de novela negra; e incluso tiene algunos elementos propios de la ciencia ficción y lo surreal. Da igual, lo importante de Que se mueran los feos es que es un revoltijo de ritmo frenético, con una notable cantidad de humoradas por párrafo que Vian se saca de la manga, casi siempre de forma afortunada. Dardos que van dirigidos al sector más meapilas de la sociedad.

Que se mueran los feos rezuma esencia Pulp. Con un estilo directo y premeditadamente sencillo, Vian despliega una eficaz narración repleta de acción en la que Rocky Bailey abre más de un capítulo recobrando la consciencia después de que le hayan dado una severa tunda o le hayan drogado o cualquier otra cosa imaginable. La novela es un completo catálogo de agresiones. La estructura lineal de la novela es un constante crescendo argumental en el que te preguntas cuál va a ser la próxima barbaridad, con una sonrisa sardónica de fondo.

Y además hay un perro que habla.

A leerla. No en vano Boris Vian fue Sátrapa del Colegio de Patafísica.

2 comentarios:

  1. ¡Pues os va a encantar "Escupiré sobre vuestra tumba"!

    ResponderEliminar
  2. Boris Vian sí que escribía novela negra, pero negra negrísima. Ya han recomendado "Escupiré sobre vuestra tumba", una novela durísima, pero a mí me gustaría recomendar también al otro Vian, al de "La espuma de los días". Un libro también demoledor, pero en un sentido opuesto a lo que hacía como Vernon Sullivan.

    ResponderEliminar